Hay momentos en los que algo no está bien.
Te sentís desbordad@, con ansiedad, confundid@, con ganas de llorar o con insomnio. No entendés bien por qué, ni sabés qué hacer, pero lo único claro es esto: no podés seguir así.
Y entonces pensás:
“¿Tendré que hacer terapia?”
“¿Tendré algo?”
“¿Y si necesito un psicólogo?”
…pero algo en vos se resiste.
Tal vez no querés comenzar un tratamiento psicológico.
O no sentís que estés «tan mal» como para eso.
O simplemente no te identificás con la idea de hacer terapia tradicional.
Lo importante es que sí hay otras formas de recibir ayuda profesional, emocionalmente profundas y respetuosas, que pueden acompañarte en este momento.